Fignon confiesa haber consumido cocaína y acusa a Lucho Herrera de “comprar” la Vuelta a España

La leyenda del ciclismo francés Laurent Fignon publicó en días pasados su biografía Laurent Fignon: Nous étions jeunes et insouciants (Laurent Fignon: éramos jóvenes y despreocupados), en la que además de confesar que ganó la última etapa del Clásico RCN de 1984 bajo el influjo de la cocaína, acusa al equipo Café de Colombia de haberlo sobornado con 30.000 francos para no impedir que Luis Herrera ganara la Vuelta a España de 1987.

Fignon, el hombre de las grandes gafas doble campeón del Tour de Francia en 1983 y 1984, vuelve a la carga en una descarnada autobiografía de 195 páginas, recién publicada por la editorial francesa Grasset, donde dedica siete páginas a destilar, otra vez, su antiguo odio por los escarabajos colombianos.

En el Capítulo 15, “Coca en bodega”. El ciclista parisino confiesa haber consumido cocaína en el Clásico RCN de 1984 donde según relata, le sirvió para descubrir que los franceses eran "los niños juiciosos del coro". A renglón seguido hace acusaciones de grueso calibre en las que afirma que: “todas las carreras en Colombia eran casi patrocinadas por las mafias locales. El dinero corría a chorros y las armas circulaban solapadamente.”

El francés se implica no solamente a sí mismo en el consumo sino a sus propios compatriotas y en general a todo el pelotón que disputó la carrera al afirmar que tanto ciclistas como periodistas consumían día y noche y que, de tanto ver coca por todos lados, ellos también se hicieron "los huevones" y decidieron probarla.

"Esa famosa noche habría podido tirarse mi carrera -A fuerza de oír 'es la mejor del mundo', '¡Dios mío, sí que es buena!', nosotros nos dijimos: '¡joder, probemos!'. Era la víspera de la llegada a Bogotá, donde tradicionalmente el Clásico terminaba. Y dado que ya no se disputaba nada más de importancia en esa competencia, los riesgos estaban medidos".

Fignon afirma que junto a sus compañeros de equipo consumió cocaína en el cuarto de hotel, y que se sentían como niños delante de un juguete nuevo. Asegura, además, que, pese a que cada uno aspiró un gramo de cocaína, ninguno sintió el efecto de la droga, por lo cual decidieron sacar otros gramos. "¿Esto es coca?", preguntó el ciclista, decepcionado por creer que le habían vendido azúcar en polvo. "Digamos que no sabíamos lo que era meter. Entonces, desesperados, ¡la aspiramos toda de un golpe! Un gramo cada uno... que se evaporaba en nuestras fosas nasales".

A renglón seguido describe las sensaciones cuando la droga hizo efecto en su cuerpo y como en aquel estado de excitación se escapó del hotel "Me encontré desordenado, no sé en qué antro", recuerda el corredor. Cuando el técnico del equipo Renault, Cyrille Guimard, se dio cuenta de que Fignon no se encontraba en el hotel, salió en la búsqueda de su capo. Finalmente lo encontró y lo llevó a su habitación. "Yo compartía mi alcoba con Greg Lemond. Bajo los efectos del polvo era imposible dormir. Hablamos el resto de la noche, hasta el amanecer".

Finalmente relata como al día siguiente, a pesar de no haber pegado el ojo, se encontró en plena forma y ganó la última etapa que llegaba a Bogotá. Entonces vino el control antidopaje y fue cuando tomó conciencia de lo que había hecho. "En una fracción de segundo vi toda mi carrera desfilar. No paré de decirme: '¿Pero por qué quise ganar esta etapa? ¿Por qué?'. Forzosamente yo creía que iba a dar positivo. ¿Cómo podía ser de otra forma?".

Sin embargo, antes de ir a orinar reflexionó sobre la carrera en general y concluyó que "los colombianos habían ganado bastantes etapas y claramente todos marchaban por la cocaína". Entonces el célebre ciclista de las gafas exclama en su libro: "¡Eureka! Los controladores colombianos estaban forzosamente dentro el juego. Me fui un poco inquieto pero convencido de mi razonamiento implacable. Y como lo esperaba, no tuve ninguna sorpresa relacionada con el control. Blanco como la nieve, inmaculado como el polvo".

El otro capítulo de esta autobiografía en el que Fignon dispara contra el ciclismo colombiano es el número 21, titulado “Círculo vicioso”. En él que afirma haber recibido un supuesto soborno por parte del equipo Café de Colombia para no poner en riesgo el triunfo de “Lucho” Herrera en la Vuelta a España de 1987.

El triunfo del “Jardinerito de Fusagasugá” según el francés no fue obtenido limpiamente, pues antes de la última etapa el director técnico de Herrera (el autor no menciona el nombre) buscó discretamente al suyo, Cyrille Guimard, para persuadirlo de no atacar al equipo Café de Colombia.

"Herrera disponía de poca ventaja sobre el alemán Reimund Dietzen y todo el equipo colombiano presentía una ruptura del pelotón provocada por el viento -reza la autobiografía-. Guimard nos había prevenido: 'Los colombianos nos proponen dineros para no avanzar'. En lo que a nosotros respecta, no teníamos la intención de atacar. Razón de más. Aceptamos la propuesta: 30.000 francos por corredor. Ese día había un viento del demonio y los temores de los colombianos eran entonces ciertos. De hecho, si hubiéramos tenido la iniciativa hubiéramos mandado de paseo a sus cuerpecitos sin problema alguno".

El entonces capo del Systeme U sostiene que se trataba del último día de la Vuelta y que estaba aburrido, por lo que no tenía ninguna intención de perder el vuelo esa misma noche a París. Así que en la etapa apuró. "Había que ver el gesto de Herrera cuando nos vio a todos ponernos por delante. Lleno de pánico, creía que estábamos haciéndole una jugada sucia. '¿Por qué corren, si pagamos?', me gritó. Rápidamente le conté mis intenciones: simplemente no quería estar más en España. Luis estaba loco de emoción de inscribir su nombre en el palmarés de la Vuelta".

Para completar su andanada contra los escarabajos y el equipo Café de Colombia el fránces afirma: "Los colombianos, histéricos, distribuían cocaína a quienes la quisieran por ¡pacas! Los mecánicos del equipo la habían hecho llegar a Europa escondida dentro de los marcos de las bicicletas".

Fuertes acusaciones contra el ciclismo colombiano y contra el país en general de un Fignon que siempre fue celebre por sus declaraciones salidas de tono y sus rabietas en carrera. En “Éramos jóvenes y despreocupados”, el francés también revela datos sobre el dopaje en las grandes pruebas europeas lo que seguramente levantará ampolla en otros países del mundo, además de Colombia y el ciclismo colombiano contra los que parece haberse ensañado en su polémica autobiografía.

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