216 kilómetros pedaleando hacia el cielo

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10/05/11 
Diario Marca
Ciao Weylandt'. Una sincera despedida pintada en la carretera encierra infinitos sentimientos suscitados a raíz de la muerte del belga Wouter Weylandt en la etapa de ayer. 206 ciclistas le rindieron tributo recorriendo la distancia entre Génova y Livorno a un ritmo unánime, de luto, de desesperación. A falta de 4 kilómetros sus compañeros del Leopard tomaron la cabeza de carrera, ocupando todo el ancho de la calzada.
 
Entre lágrimas y con los brazos entrelazados llegaron a línea de meta. Su "hermano" deportivo, el corredor de Garmin Tyler Farrar, se metió entre los Leopard como uno más. El americano residente en Gante (lugar de origen del fallecido) abandonará el Giro para acompañarle en su último adiós. Hace un año Weylandt levantaba las manos para festejar su victoria en la tercera etapa del Giro. Hoy, sus compañeros miran al cielo para que sea su recuerdo el que triunfe.

216 kilómetros de despedida
La jornada comenzó y terminó con una foto. En Génova, el pelotón, con el Leopard en primer plano, guardaba un minuto de silencio sumido en la desolación. En Livorno, el propio equipo de Weylandt atravesaba la última raya unido, formando un sólo corredor, buscando con la mirada perdida la silueta eterna del flamenco. En medio, 216 kilométros de despedida.
La misma imagen que en aquel Tour del 95 marcado por el fallecimiento de Fabio Casartelli. Malditas coincidencias. El "león de Flandes" Johan Museeuw expresaba que el parecido en ambos casos era impactante. Fueron nueve los hombres que llegaron en primer término a Livorno. Desgraciadamente no todos del Leopard. Tyler Farrar, americano afincado en Gante desde hace años y ciclista del Garmin, se unió a los compañeros de su amigo, de su 'hermano' Weylandt.
Farrar está hundido. Ambos corredores entrenaban juntos en la capital de Flandes Oriental. Dos jóvenes de la generación del 84 que lo compartían todo. Se fue para siempre la otra parte de Farrar en el pelotón. Él deja el Giro para volver a su Gante, la ciudad medieval donde ambos fueron felices rodando por una región conmocionada, donde el ciclismo es religión.
Etapa neutralizada
Ningún corredor quería saber nada de clasificaciones y evidentemente la etapa fue neutralizada. Lo deportivo tendrá que esperar a mañana. A 17 kilómetros para meta, en una estrechez de la ruta, algunos corredores de la parte trasera del pelotón echaron pie a tierra para evitar cualquier contingencia.

El 10 de mayo de 2010 el prometedor Wouter Weylandt bromeaba en Amsterdam sobre su éxito inmediato. Era la tercera etapa de la pasada edición del Giro. Unas horas más tarde, el por aquel entonces corredor de Quick Step cumplía su premonición levantando las manos en la meta de Middelburg, alcanzando la gloria en la gran Ronda transalpina.

Un año más tarde la dureza de la carretera lo ha truncado todo. El descenso del Bocco impidió que Weylandt celebrase su vigésimo séptimo cumpleaños en septiembre cogiendo en brazos a su futuro hijo. Un deporte épico como pocos mostró su cara más cruel y despiadada. El riesgo es perenne y la heroicidad un hecho irrefutable. El pelotón quiso recordarlo.

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